martes, 21 de enero de 2014


Recuerdo de las pequeñas acciones por George Antonio LASO SANCHES:
Recuerdo que cuando estaba en la escuela secundaria (High School) en una ocasión la profesora de la clase de Moral & Cívica que teníamos, nos dejó de tarea traer nombres y hazañas de héroes de nuestro país.
Llegado el día de la entrega y exposición de la tarea, todos mis compañeros hablaban de los reconocidos héroes del país, sobre los que nuestra historia hace gala y enaltece las grandes acciones.
Por mi parte, mencioné a dos que tres de los que yo consideraba eran héroes de mi país a los que pocos (por decir nadie) se referían a ellos con estos títulos, entre ellos el poeta Rubén Darío.
Jamás olvidaré la reacción de uno de mis compañeros, por cierto, el considerado "líder", quien minorizo mis nombramientos al decir que ellos no habían hecho grandes hazañas.
Mi respuesta sencilla fue... existen miles de héroes que a diario hacen pequeñas hazañas, algunas reconocidas, otras despreciadas, pero que con el tiempo generarán los grandes frutos y legados de nuestra generación.
Llegué a la conclusión que no solo se es héroe como Andrés Castro al lanzar una piedra a un Filibustero, también lo es aquel tuvo el coraje para sentarse con el enemigo y firmar un acta de independencia, para crear poesía de amor y patriotismo, aquel que sin esperar recompensa alguna dio su vida (y no solo me refiero a morir) a causas nobles, trabajos arduos y posiciones firmes en pro del bienestar de una causa justa.
Héroe es mi madre, que dejó sus ambiciones personales por su familia, héroe es mi padre que no concluyó sus estudios velando por los nuestros, héroe es aquel que tiende la mano aunque no te conoce, realmente creo la palabra queda muy pequeña para grandes personas, unas reconocidas, otras a las que jamás se les nombrará como referencia.
De algo estoy seguro... toda gran acción, inicia con un pequeño gesto, acto o decisión, puede ser dejar un vicio, hacer el bien por otros, y por qué no... un padre, madre, hijo o amigo que acepta a Cristo y lleva a todos consigo, impregnando las buenas nuevas y amor por el único que aunque apedreado, abofeteado, difamado e incluso crucificado, ha sido exaltado de forma tal que nuestra historia se divide entre un antes y después de su llegada.

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